El primer día que llegué a India ya me subí en una moto.
Solo llegar el compañero de piso me llevó a dar una vuelta por el barrio con la
moto. Era lo que menos me esperaba. La primera impresión fue de locura, ir por
la izquierda, no todas las calles del barrio están asfaltadas y sin casco. El
mismo día conseguí un casco pequeño para ir de paquete en la moto.
He ido muchas veces de paquete en la moto y me ha servido
para entender como se conduce aquí, por donde puedes pasar y por donde no y ver
cuales son las reglas. Desde la primera semana decidí que necesitaba una moto.
Trabajo demasiado lejos y es demasiado difícil llegar con transporte público,
hasta es difícil pagando un rickshaw o un taxi. Comprar una moto de segunda
mano o nueva era un problema por el tema del papeleo. Pero un compañero de
trabajo tenía una moto que no usaba y me dijo que me la dejaba. En un principio
yo buscaba una scooter, pero me dijo que era una moto grande y que si me
interesaba me la podía dejar durante los meses que estoy aquí. La fui a ver un
día y probar si no era demasiado grande. Llevaba bien al suelo, notaba el peso,
pero di una pequeña vuelta y la noté bien.
Después de tres semanas de espera, por fin tengo la moto. La
tenía que llevar al taller antes de dejármela, pero la espera ha valido la
pena. Al principio me daba un poco de respeto llevar una moto tan grande y de
marchas, ya que solo había conducido unas pocas veces una moto así. Mi
experiencia de conducción debía ser de media hora como mucho. Pero es como la
bici, una vez aprendes ya sabes ir toda la vida.
El día que me la dejó me la trajo al trabajo y la probé un
par de quilómetros para asegurarme de que todo estaba bien. Me dijo que la
batería se tenía que cambiar, pero que para volver a casa ese día podía usar el
pedal de arranque. Cuando salí del trabajo de noche solo quedábamos dos
personas en el almacén. Al ir a arrancar la moto probé un par de veces el pedal
y me di cuenta que el embrague estaba raro. Se había soltado el cable. Vaya
panorama, a esas horas ya no hay transporte y de noche es peligroso ir solo por
esa zona. Al otro chico que quedaba le vino a buscar su hermano en moto y al
ver la situación decidió dejarme su moto para volver a casa y volver al día
siguiente al trabajo donde podía arreglar mi moto. Fue surrealista, que alguien
al que no conozco de nada me deje su moto, además sin tener ni idea de que
apenas había conducido una moto de marchas.
La moto no iba mal, pero tenía el ralentí muy bajo y se me
paraba a cada momento cuando había tráfico. A veces tardaba un poco en arrancar
y todo el mundo me pitaba impaciente. Que estrés! Creo que se me paró más de 50
veces. Al día siguiente le devolví la moto al chico dándole mil gracias y pude
llevar la mía a un taller cerca del almacén. Ya aproveché para arreglar el
embrague y cambiar la batería por una nueva.
Por fin tengo la moto, va casi perfecta. Ya me estoy
acostumbrando al tacto y va muy bien. También tengo algunos moratones en las
piernas de darme golpes yo sola con las estriberas y alguna herida de rozadura
en las manos de las empuñaduras que son muy rugosas. Debo tener la piel muy
fina para tener heridas por el simple hecho de conducir una moto, pero ya se
irán.
Al principio puede parecer una locura conducir aquí, pero el
caos tiene cierta organización. No respetan los carriles, hay rallas pintadas
pero ni caso, y donde caben dos caben tres o hasta cinco a veces. Te encuentras
gente en contra dirección, y no solo simples motos, te puedes encontrar
camiones y autobuses viniendo hacia ti tan tranquilos. Se cruzan en tu camino
para cambiar de dirección, así que de vez en cuando tienes un vehículo cruzado
en la carretera. Adelantan por donde sea, se supone que se adelanta por la
derecha y que si vas lento te mantienes a la izquierda, pero de la teoría a la
práctica va un mundo. Conducen sin dejar mucho espacio vital alrededor,
conducen muy pegados, te pasan a cinco centímetros.
Las únicas “reglas” que hay si no quieres tener problemas con la policía es
que no te pillen saltándote un semáforo en rojo, conduciendo por las aceras o
yendo en contra dirección. La gente no siempre sigue esas reglas, así que
tienes que conducir con mil ojos. Los peligros no son solo el resto de
vehículos, también los animales que se cruzan, las personas que se cruzan y los
infinitos agujeros y badenes que te encuentras.
Aunque lo haya pintado muy caótico ( que lo es), una vez
entiendes como funciona todo, simplemente tienes que conducir como ellos, no
cambiar de dirección porque no sabes lo que te viene detrás y con la poca
velocidad que alcanzas siempre puedes frenas para evitar el problema. En la
ciudad rara vez pasas de 40 Km/h y en carretera 60 Km/h.
Cerca del almacén, en la zona rural, ya me sentía un bicho
raro por el simple hecho de ser blanca. La gente te mira como si fueras un
extraterrestre. Ahora con la moto todavía me miran peor, aquí las chicas no
conducen motos grandes. En la cola de la gasolinera todo el mundo me miraba. El
otro día fui sola al restaurante, ya me miraban raro solo por eso, y al salir
había aparcado detrás de mi moto. Aparté a peso una moto para poder pasar, tuve
un problema con la llave y no giraba bien y estuve algunos segundos intentando
solucionar, luego hice mil maniobras para poder salir. Y la gente en vez de
ayudar un poco estaban mirando como si
fuera un espectáculo. Había como 20 personas con cara de ver la cosa más rara
jamás vista. Que vergüenza y que ridículo!
Me encanta conducir aquí, es divertido y emocionante, y me
hace sentir libre. Ahora puedo hacer lo que quiera y cuando quiera sin tener
que depender del resto. Puedo descubrir partes de la ciudad que antes no podía,
puedo perderme y encontrarme, puedo ir y volver a cualquier hora, puedo avanzar
en los atascos. Esta libertad que tengo ahora es el mejor regalo que me podían
hacer. Gracias Rohan!
Te estás acostumbrando a que te observen tanto? Me encantaría verte andando en la moto y que me llevaras de mochila, puedes comprarte una aqui!
ResponderEliminarPasalo lindo y aprovecha para conocer todo lo que te apetezca! eres libreeee.Mua!