lunes, 19 de noviembre de 2012

Diwali. La fiesta de las luces


La semana pasada fue Diwali. Preguntando a la gente cada uno me cuenta una cosa diferente de lo que significa. Es como una especie de fin de año y navidad al mismo tiempo y cada año cae en un día distinto. Este año fue el 13 de noviembre, pero hay celebraciones durante 3 días.

Según la Wikipedia se celebra la entrada del nuevo año hindú. La gente estrena ropas y se celebra con luces y la diosa presente es Lakshmi. La gente también se da regalos entre ellos.

 

Por lo que yo he vivido, ya notaba que algo pasaba unos días antes porque los centros comerciales estaban mucho más decorados y con muchas luces por fuera. También las tiendas ponían muchas decoraciones y en las terrazas y los balcones parpadeaban luces de todos los colores. Parecen adornos navideños pero solo con luces y motivos de velas y lámparas. También con muchas flores en las puertas. La foto de los balcones sale muy movida de noche pero la pongo para dar la idea de lo que era.
 

En las tiendas no he notado un consumismo más de lo normal. Pero si que había algunas ofertas especiales para Diwali y también en los supermercados venden unas cajas especiales para Diwali. Hay dos tipos de comida típica, una son los dulces y la otra son los frutos secos. Los dulces son extremadamente dulces y empalagosos, así que preferí comprar un par de cajas de frutos secos que van a hacer más provecho. Solo por lo bonitas que son las cajas ya valió la pena comprarlas.
 

A parte de muchas luces y muchas velas, lo más significativo eran los cohetes y petardos. Fueron 3 días y 3 noches sin parar. Tiene su gracia, pero la verdad es que también necesitaba dormir y fue difícil durante esos días. Tanto pequeños como grandes tiraban petardos y cohetes que explotaban en el cielo. Era impresionante salir a la terraza y presenciar más de 20 fuegos artificiales a la vez a lo largo de la ciudad.
 

Los vecinos suelen hacer una “jornada de puertas abiertas” los martes donde cantan. Para este martes de Diwali nos invitaron y decidimos ir a ver que tal era una velada india. Primero de todo, los zapatos se dejan fuera en el rellano. Usan estas veladas de canciones para desconectar del día a día y encontrarse con ellos mismos. Cantan con los ojos cerrados, sentados en el suelo unos frente a otros y usan instrumentos básicos para llevar el ritmo. Las canciones consisten en que alguien lleva la voz cantante y el resto repite la frase y la melodía. Cuando acababa una canción continuaban con los ojos cerrados respirando profundamente y al cabo de unos segundos otra persona empezaba una nueva canción y los instrumentos la seguían. Curiosa experiencia.
 

Después de eso empezaron a sacar un montón de comida en la mesa y nos invitaron a probar todo lo que había. Estaba todo muy bueno y fue una gran oportunidad para probar cosas nuevas, ya que podías probar solo un poco y si te gustaba poner más. Descubrimos algunas cosas interesantes de las que no sabemos el nombre. Hoy he visto una especie de snack que probé esa noche en la panadería y he comprado unos cuantos. Son como unos palitos tostados salados, con un toque de especias pero no picante. Están deliciosos para matar la gula.


Aunque la experiencia fue un poco rara valió la pena vivirla. Ya que estoy aquí voy a aprovechar para ver y hacer el máximo de cosas con la gente de aquí. Hay muchos extranjeros que solo buscan cosas occidentales para hacer, para comer, para ver, para vivir… que gracia tiene estar en India y hacer lo mismo que hacemos en casa?
 

Para ilustrar otra situación curiosa. El otro día fui en taxi al trabajo y había otro coche cambiando una rueda o algo así. El taxista estaba aburrido de esperar en el semáforo y decidió bajar a ver que estaba haciendo el otro coche y me dejó allí sola en el taxi. Alguna vez con un rickshaw me ha pasado lo mismo. De golpe se para y se baja, no te da ni tiempo a preguntar que a donde va. Al cabo de un rato vuelve y continua el trayecto. Aquí las cosas son así… paciencia y humor!
Happy Diwali!

jueves, 15 de noviembre de 2012

Transporte: la Moto


El primer día que llegué a India ya me subí en una moto. Solo llegar el compañero de piso me llevó a dar una vuelta por el barrio con la moto. Era lo que menos me esperaba. La primera impresión fue de locura, ir por la izquierda, no todas las calles del barrio están asfaltadas y sin casco. El mismo día conseguí un casco pequeño para ir de paquete en la moto.

He ido muchas veces de paquete en la moto y me ha servido para entender como se conduce aquí, por donde puedes pasar y por donde no y ver cuales son las reglas. Desde la primera semana decidí que necesitaba una moto. Trabajo demasiado lejos y es demasiado difícil llegar con transporte público, hasta es difícil pagando un rickshaw o un taxi. Comprar una moto de segunda mano o nueva era un problema por el tema del papeleo. Pero un compañero de trabajo tenía una moto que no usaba y me dijo que me la dejaba. En un principio yo buscaba una scooter, pero me dijo que era una moto grande y que si me interesaba me la podía dejar durante los meses que estoy aquí. La fui a ver un día y probar si no era demasiado grande. Llevaba bien al suelo, notaba el peso, pero di una pequeña vuelta y la noté bien.
 

Después de tres semanas de espera, por fin tengo la moto. La tenía que llevar al taller antes de dejármela, pero la espera ha valido la pena. Al principio me daba un poco de respeto llevar una moto tan grande y de marchas, ya que solo había conducido unas pocas veces una moto así. Mi experiencia de conducción debía ser de media hora como mucho. Pero es como la bici, una vez aprendes ya sabes ir toda la vida.

El día que me la dejó me la trajo al trabajo y la probé un par de quilómetros para asegurarme de que todo estaba bien. Me dijo que la batería se tenía que cambiar, pero que para volver a casa ese día podía usar el pedal de arranque. Cuando salí del trabajo de noche solo quedábamos dos personas en el almacén. Al ir a arrancar la moto probé un par de veces el pedal y me di cuenta que el embrague estaba raro. Se había soltado el cable. Vaya panorama, a esas horas ya no hay transporte y de noche es peligroso ir solo por esa zona. Al otro chico que quedaba le vino a buscar su hermano en moto y al ver la situación decidió dejarme su moto para volver a casa y volver al día siguiente al trabajo donde podía arreglar mi moto. Fue surrealista, que alguien al que no conozco de nada me deje su moto, además sin tener ni idea de que apenas había conducido una moto de marchas.

La moto no iba mal, pero tenía el ralentí muy bajo y se me paraba a cada momento cuando había tráfico. A veces tardaba un poco en arrancar y todo el mundo me pitaba impaciente. Que estrés! Creo que se me paró más de 50 veces. Al día siguiente le devolví la moto al chico dándole mil gracias y pude llevar la mía a un taller cerca del almacén. Ya aproveché para arreglar el embrague y cambiar la batería por una nueva.
 

Por fin tengo la moto, va casi perfecta. Ya me estoy acostumbrando al tacto y va muy bien. También tengo algunos moratones en las piernas de darme golpes yo sola con las estriberas y alguna herida de rozadura en las manos de las empuñaduras que son muy rugosas. Debo tener la piel muy fina para tener heridas por el simple hecho de conducir una moto, pero ya se irán.

Al principio puede parecer una locura conducir aquí, pero el caos tiene cierta organización. No respetan los carriles, hay rallas pintadas pero ni caso, y donde caben dos caben tres o hasta cinco a veces. Te encuentras gente en contra dirección, y no solo simples motos, te puedes encontrar camiones y autobuses viniendo hacia ti tan tranquilos. Se cruzan en tu camino para cambiar de dirección, así que de vez en cuando tienes un vehículo cruzado en la carretera. Adelantan por donde sea, se supone que se adelanta por la derecha y que si vas lento te mantienes a la izquierda, pero de la teoría a la práctica va un mundo. Conducen sin dejar mucho espacio vital alrededor, conducen muy pegados, te pasan a cinco centímetros.
 

Las únicas “reglas” que hay si  no quieres tener problemas con la policía es que no te pillen saltándote un semáforo en rojo, conduciendo por las aceras o yendo en contra dirección. La gente no siempre sigue esas reglas, así que tienes que conducir con mil ojos. Los peligros no son solo el resto de vehículos, también los animales que se cruzan, las personas que se cruzan y los infinitos agujeros y badenes que te encuentras.

Aunque lo haya pintado muy caótico ( que lo es), una vez entiendes como funciona todo, simplemente tienes que conducir como ellos, no cambiar de dirección porque no sabes lo que te viene detrás y con la poca velocidad que alcanzas siempre puedes frenas para evitar el problema. En la ciudad rara vez pasas de 40 Km/h y en carretera 60 Km/h.

Cerca del almacén, en la zona rural, ya me sentía un bicho raro por el simple hecho de ser blanca. La gente te mira como si fueras un extraterrestre. Ahora con la moto todavía me miran peor, aquí las chicas no conducen motos grandes. En la cola de la gasolinera todo el mundo me miraba. El otro día fui sola al restaurante, ya me miraban raro solo por eso, y al salir había aparcado detrás de mi moto. Aparté a peso una moto para poder pasar, tuve un problema con la llave y no giraba bien y estuve algunos segundos intentando solucionar, luego hice mil maniobras para poder salir. Y la gente en vez de ayudar un poco  estaban mirando como si fuera un espectáculo. Había como 20 personas con cara de ver la cosa más rara jamás vista. Que vergüenza y que ridículo!
 

Me encanta conducir aquí, es divertido y emocionante, y me hace sentir libre. Ahora puedo hacer lo que quiera y cuando quiera sin tener que depender del resto. Puedo descubrir partes de la ciudad que antes no podía, puedo perderme y encontrarme, puedo ir y volver a cualquier hora, puedo avanzar en los atascos. Esta libertad que tengo ahora es el mejor regalo que me podían hacer. Gracias Rohan!

martes, 13 de noviembre de 2012

Paan y más comida


Por fin tengo las fotos y hoy os puedo enseñar que es el Paan. El paan se usa como “refrescante” bucal después de comer o de fumar. Sería como un chicle de menta para que te quede un buen sabor de boca.


Lo preparan en pequeños quioscos que encuentras casi en cada esquina. El que está cerca del restaurante donde comemos no hace más de un metro cuadrado. Y allí siempre está el mismo señor vendiendo paan, chicles y cigarrillos.


En la pequeña caseta tienen muchos botes con diferentes cosas. Te pueden preparar el paan picante o dulce. Solo lo he probado dulce, y no tengo intención de probar el picante. Coge una hoja de paan que tienen en remojo y le empiezan a añadir cosas. Primero le unta una cosa marrón que mezcla con otra cosa blanca que parece pasta de dientes. Luego le va tirando polvitos y poniendo más mejunjes.

Todo esto lo va haciendo con los dedos y como veis en la foto, no están precisamente limpios. Además para a veces para vender algún cigarrillo suelto, toca el dinero y luego vuelve al paan. Vamos, que no se pueden tener muchas manías  y no tienes que pensar mucho porque sino no te lo tomarías.
 

Cuando ya ha puesto más cosas de las que puedes recordar hace un paquetito, le pone una cosa plateada alrededor que es comestible y te lo da. La teoría es que lo tienes que mascar durante unos dos minutos e ir notando el sabor pero solo tragar la saliva, y luego lo escupes. La práctica ya es otra cosa, el paquetito es casi más grande que tu boca, lo metes en la boca y empiezas a masticar, vas notando que generas más saliva de la que puedes tragar y empiezas a reírte con el paan goteando. Al final lo acabas escupiendo en medio de la calle como hace todo el mundo a todas horas, y entonces te sientes un poco más indio haciendo lo que todos hacen.
 

Solo he pagado un paan en esa tiendecita, pero cada vez que vamos a por chicles o acompaño a alguien a comprar un cigarrillo el señor me regala un paan. Un día fue mi compañero solo y el señor preguntó por mi, porque tenía dos flores para regalarme. Al día siguiente todavía me las guardaba y me las dio.

Continuando con mis amigos de las tiendecitas de las calles. Siempre que paso cerca de donde venden maíz huele tan bien que pienso que tengo que comprar uno, pero nunca encuentro el momento. Hasta el otro día que justo bajamos a comprar algo para cenar y decidí probar el maíz. Le quise hacer una foto al fuego y el hombre y el amigo insistieron en hacerse fotos también, casi que hicimos un minireportaje. Y en medio de la calle con el flash no pasábamos muy desapercibidas.




La cena “callejera” acabó siendo un Egg Masala (huevo duro rebozado con pan y vegetales), Masala Dosa (especie de crep más gruesa y aceitosa “Dosa” con patatas, cebolla y otras cosas varias dentro) y el maíz. Soy muy fan del Egg Masala, me encanta! El maíz huele mejor que sabe, queda un poco quemado y duro, no quedó muy tierno. Todo lo que te venden en la calle te lo envuelven con papel de periodico.
 

Ya para acabar, mis ultimas compras. Quería comprar lentillas diarias de usar y tirar pero a la óptica que fui solo vendían mensuales. Un pack de lentillas mensuales para seis meses no llegó a 20 euros. Me compré unas gafas de sol sin graduación por 8 euros. Y había una enorme colección de gafas graduadas que la montura y los cristales valían 5 euros.  Y esto no es una tiendecita de la calle, es una óptica en un centro comercial que venden marcas internacionales. Creo que antes de volver voy a pasar por allí a traerme provisiones de lentillas y gafas para estrenar cada día.

 

Hoy he ido a uno de los centros comerciales más grandes y lujosos. Todo era tan lujoso y tan caro que solo me he comprado una camiseta friki. He aprovechado para comer allí con los de la oficina del trabajo y me he dado un masaje que no ha estado nada mal. Tendré que repetir!
Entre tanto trabajo no tengo mucho tiempo, pero para las noches de chicas siempre estamos preparadas!
 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Animales


Hoy le vamos a dedicar un post a los animales que rondan estas tierras.

Vamos a empezar por las vacas, el animal sagrado. Hay vacas por todas partes, te encuentras vacas solas por la calle, vacas atadas a algún poste, gente paseando vacas. Aunque en general no comen vaca si que hay restaurantes donde puedes encontrar carne de vaca o hamburguesas.

Los perros… creo que hay más perros que vacas. Hay miles de perros callejeros por las calles rebuscando en la basura para sobrevivir y con enfermedades, deformidades o lesionados. La verdad es que dan mucha pena. También son muy ruidosos, ladran por las noches a todas horas y se pelean a menudo. No solo me dan pena los perros callejeros, también los perros mascota. La gente que los tiene los exhibe como un tesoro. Los pasean por la calle pero no les dejan ni 5 centímetros de correa de libertad, no pueden correr, no pueden olfatear, no pueden conocer otros perros, y luego vuelven a los apartamentos sin jardín. Los perros callejeros se pasan la mayor parte del día durmiendo como marmotas en cualquier lado. Te los encuentras en medio de las aceras, delante de las puertas de las tiendas, en plena calle y no se inmutan. Los podrías tocar y les daría igual, por si acaso no lo intentéis.

Me sorprendió que casi no hay gatos por las calles. He visto muy pocos desde que estoy aquí. Me hizo mucha gracia un chico que paseaba un gato en la zona comunitaria. Ya no me sentiré tan friki cuando pasee a Lux, siempre podré decir que en India lo hacen.

Los monos solo los veo por los alrededores del almacén, en la ciudad no se ven. Vienen por las tardes delante del almacén a coger algún coco de las palmeras y a ver si roban algo de alguna tiendecita de alrededor. No aconsejan acercarse mucho a ellos porque no son muy amigables. El otro día saliendo del baño (que está fuera del almacén) me encontré con 4 o 5 monos a pocos metros, me quedé pensando si volver a meterme en el baño o correr hacia el almacén… por suerte no me siguieron. Otro día esperando el autobús había algún mono cerca, la gente no estaba asustada y eso me tranquilizó. Pero de golpe los monos empezaron a gritar y hacer ruidos raros, vaya susto. Solo era porque un hombre les traía algunos plátanos, se los lanzó y tan felices se pusieron a comer plátano cada uno en un lado, no les gusta comer en comunidad.

 

Hace algunas semanas vi en la tienda de delante del almacén unos pollitos de colores vivos. Los habían pintado. El otro día los volví a ver por los alrededores, las plumas que habían cambiado eran de color normal, pero algunas plumas continuaban pintadas de colores. Pobrecitos, hacen una pinta horrible.
 

Dejamos la última parte para los animales más multitudinarios: los insectos. Hay momentos del día en que no los notas, pero hay otros que es insoportable. A parte de moscas y mosquitos, hay como mariposas, libélulas, abejas… algunos días hemos tenido plagas de libélulas, que parecía que había niebla y todo. Luego están los bichos con patas: arañas, cucarachas, hormigas, lagartijas, entre otros. Hay un momento del día, sobre las 6 de la tarde, que se hace oscuro en el almacén y encendemos una luz fluorescente encima del escritorio. No se que tiene la luz pero atrae a todos los bichos voladores y reptantes de medio pueblo. Escribiendo en el portátil se suben bichos y corretean por las teclas esquivando mis dedos, si me miro los brazos tengo algún bicho subido también y si me miro las piernas tengo otros bichos subiendo y bajando por el pantalón. Es como en la tele cuando le tiran cubos de bichos a la gente en algunos programas.

A parte de toda esta fauna también hemos conocido a alguna rana que nos ha venido a visitar, a una familia de ardillas que corretea por las bigas del almacén y alguna rata, que no hemos visto directamente pero que ha dejado rastro.

jueves, 1 de noviembre de 2012

El primer mes


Odio los domingos. Hoy no es domingo, pero es festivo y parece un domingo. Los domingos son perezosos y aburridos, y más si llueve tanto que no es posible ni salir a la calle. Los domingos son el típico día que tienes mil cosas planeadas y luego acabas sin hacer nada, da pereza moverse y tienes demasiado tiempo para pensar.

Hoy no hay fotos, solo hay una reflexión y balance del tiempo que llevo aquí. Ya hace un mes que llegué. No se me ha hecho largo, pero me parece que hace mucho tiempo que cogí ese vuelo y empecé mi vida en India. Ahora siento que esta es mi casa, no pienso que es solo por unos meses. Simplemente vivo el día a día, haría lo mismo si me fuera en una semana que si me fuera dentro de 3 años.

Cada día conozco gente nueva y también me despido de gente a la que no voy a volver a ver más. Me enriquezco de cada persona con la que me cruzo, con cada palabra, cada risa y cada momento. No importa si es una conversación de cinco minutos o si es una persona a la que veo cada día, cada intercambio te marca aunque sea sutilmente.

Si hago balance del primer mes es muy positivo. He hecho muchas más cosas de las que me esperaba tanto en el trabajo como en el poco tiempo libre que tengo. He ido de mini-vacaciones, he salido a cenar, he salido de fiesta, he ido a una fiesta de cumpleaños, he ido de compras, he ido a la piscina, he hecho un entrenamiento de rugby, he hecho una ruta en bici, he ido en todos los medios de transporte posibles, …

Cuando todo es tan distinto a lo que estamos acostumbrados el simple hecho de escuchar una canción que conoces te hace sonreír. Te hace mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, para luego mirar adelante y seguir caminando hasta donde haga falta. No es fácil, pero no es duro, solo hace falta mantener las ganas.

El balance es muy positivo porque de lo negativo saco lo mejor. De los problemas me llevo las soluciones, de las dificultades me llevo el esfuerzo, de las frustraciones me llevo la paciencia y del desconocimiento me llevo el aprendizaje. Irte solo a un país tan diferente te hace conocerte mucho mejor a ti mismo y te hace apreciar pequeños detalles en los que nunca antes habías reparado. Hay situaciones que me hacen conocer mis límites, ver mi resistencia y sentirme orgullosa de no rendirme  ante las dificultades. Ver que sigo sacando fuerzas para tirar hacia delante, ver que a veces tienes que dar un pequeño paso atrás para poderte dar más impulso, ver que con esfuerzo se consiguen los objetivos. A veces, tener que parar y contar hasta diez, a veces, querer gritar pero sonreír, a veces, quererte rendir y ver que tu cuerpo puede seguir adelante, a veces, comprobar que tu mente puede ser tu peor enemigo pero que cuando la controlas es tu mejor aliado.

Espero poderme llevar toda esta riqueza de vuelta. No la voy a poder meter en las maletas, solo puedo vivir la experiencia al máximo.