Hoy he ido a Agra, a algo más de 200 Km de Delhi. Ha tocado madrugar porque las distancias en
carreteras indias se multiplican. He salido a las 6:30 del hotel con el mismo
conductor que ayer y no hemos llegado a Agra hasta las 12:00. Por el camino ya
se me media vida del conductor y él sabe de la mía. También he aprendido un par
de frases en Hindi, de las cuales no me acuerdo, pero tengo apuntadas.
Por el camino hemos pasado por varios peajes, los primeros
que veo en India. Se supone que la carretera es una autopista pero hay tiendas
a los lados, gente andando y la medianera no siempre es continua y se puede
pasar de lado a lado. Al cambiar de estado se tienen que pagar tasas, como una
frontera dentro del país. Esperando al conductor para pagar el peaje he visto
los primeros signos de “vamos a timar a los turistas” del día. Mientras estaba
esperando en el coche me han intentado vender de todo, joyas, libros, postales,
abanicos, juegos de ajedrez… También había gente con monos con correas, uno de
ellos ha saltado encima del coche delante de mi ventana, suerte que estaba
cerrada. Hemos parado a desayunar, yo simplemente he tomado un te porque había
desayunado en el hotel. Ahí viene el segundo intento de “vamos a timar a los
turistas”. El camarero me ha llamado para pagar la cuenta, porque sabía que iba
con el conductor, porque normalmente solo se dirigen a los hombres. Me ha
pedido 250 rupias por mi té y el desayuno del conductor. Le he dicho si era una
broma, que yo comía cada día por menos de la mitad. Entonces me ha dicho que si
quería pagar solo el té eran 80 rupias. Cómo???? Un chai cuesta 5 rupias en la
calle, ponle 10 rupias en un bar y 15 o 20 en un restaurante. Viendo mi no
intención de pagar ha decidido cobrarle todo al conductor y ha pagado y ha
pagado 80 rupias por todo, dos chai y el desayuno.
Al llegar a Agra el conductor ha decidido que necesitaba un
guía y ha llamado a un amigo suyo. Hemos ido al Taj Mahal, donde la entrada
para extranjeros es una exageración comparada con el precio para los locales.
Hemos tomado un rickshaw en bici desde donde se compran las entradas hasta la
entrada al recinto. Otra vez la extraña sensación de que te intentan vender la
moto todo el rato, un montón de gente vendiendo cosas que nadie necesita,
fotógrafos que te quieren sacar fotos para luego vendértelas… Estos fotógrafos
llevan como un catálogo para que veas muestras de las fotos que hacen: cutres
no, lo siguiente. Además si los ves les empiezan a pedir a la gente que haga
poses, ellos se agachan como para tomar mejor el ángulo, empiezan a hacer
gestos con las manos para indicar una mejor posición… pero si vierais el
resultado… Mi teoría es que no voy a pagar por unas fotos horribles teniendo
cámara y un guía que me puede sacar fotos, y si no hay guía hay miles de
personas a mi alrededor que saben cómo sacar una foto.
Mis expectativas hacia el Taj Mahal eran demasiado altas. El
edificio es precioso y por algo es declarado una de las siete maravillas, pero
me esperaba tanto… Me esperaba alucinar y no ha sido así. El guía no ha ayudado
mucho a disfrutar del edificio, parecía que tuviese prisa todo el rato. Casi no
he podido mirar y disfrutar a mi aire, ni tomar fotos con calma. Aunque haya
sido menos de lo esperado no significa
que no se tenga que visitar, al contrario, es visita obligatoria. Sólo
que me esperaba un 12 y ha sido un 8.
Después a comer a un restaurante propuesto por el guía. La
comida no estaba mal, un poco sosa. Si yo opino eso de la comida india, no sé
cuál será la opinión de los indios. Y
con la cuenta llega el tercer intento de “vamos a timar a los turistas”.
Eran 450 rupias y me dice que el servicio no está incluido, y pregunto cuanto
es el servicio, y me responden que lo que quiera dejar de propina. Pues el
camarero ha decidido que su propina era no devolverme el cambio de 500.
Después de comer el guía me ha llevado a lo que ha descrito
como “taller para que veas como hacían las decoraciones de joyas del Taj
Mahal”. A lo que en realidad era una tienda de artesanía y joyas indias para
que gaste el dinero en cosas que no necesito. El de la tienda me ha tenido
dando vueltas y enseñándome joyas e intentándome convencer. No sé porqué intento ser amable en estos
casos. Ese ha sido el cuarto!
Para acabar la visita hemos ido al Red Fort de Agra.
Parecido al Red Fort de Delhi que ayer no pude visitar porque cerraban. Ha sido
interesante ver la construcción y como se protegían de los enemigos con tantas
barreras. Foso con cocodrilos, jungla con tigres, un primer muro, y un segundo
muro con arqueros. La parte roja del fuerte era la “militar” y luego está la
parte blanca que eran las residencias de la familia real. Tenían una buena
vista del Taj Mahal desde sus ventanas.
Quinto intento de “vamos a timar a los turistas”, el precio
del guía que nunca pedí. Me dice que le de lo que yo considere. Le di 300
rupias, por un guía con prisas y que no me deja tiempo para sacar fotos, y me
dice que los precios de los guías oficiales son mucho más elevados. Al final le
di 500 rupias para que se fuera de una vez.
Escribiendo esto estoy en el taxi de vuelta a Delhi para
coger el avión. Me duele la espalda de tantas horas en el coche (van a ser 10
hoy), no me quiero imaginar lo que me va a doler cuando le sume las 16 horas de
avión.
Tengo ganas de volver a casa por navidad y ver a todo el
mundo y hablar con todos, pero a la vez tengo el sentimiento que no me quiero
ir de India, aunque sepa que volveré en unos días. No puedo evitar pensar que
en menos de tres meses tendré que volver a coger un avión para dar un adiós
definitivo, y no estoy preparada para eso. Todavía no.
Mientras tanto: Felices Fiestas!
PD: Escrito en el camino de Agra a Delhi y publicado
haciendo escala en Moscú a -23ºC (en el aeropuerto se está calentito).