domingo, 23 de diciembre de 2012

Agra


Hoy he ido a Agra, a algo más de 200 Km de Delhi.  Ha tocado madrugar porque las distancias en carreteras indias se multiplican. He salido a las 6:30 del hotel con el mismo conductor que ayer y no hemos llegado a Agra hasta las 12:00. Por el camino ya se me media vida del conductor y él sabe de la mía. También he aprendido un par de frases en Hindi, de las cuales no me acuerdo, pero tengo apuntadas.

 

Por el camino hemos pasado por varios peajes, los primeros que veo en India. Se supone que la carretera es una autopista pero hay tiendas a los lados, gente andando y la medianera no siempre es continua y se puede pasar de lado a lado. Al cambiar de estado se tienen que pagar tasas, como una frontera dentro del país. Esperando al conductor para pagar el peaje he visto los primeros signos de “vamos a timar a los turistas” del día. Mientras estaba esperando en el coche me han intentado vender de todo, joyas, libros, postales, abanicos, juegos de ajedrez… También había gente con monos con correas, uno de ellos ha saltado encima del coche delante de mi ventana, suerte que estaba cerrada. Hemos parado a desayunar, yo simplemente he tomado un te porque había desayunado en el hotel. Ahí viene el segundo intento de “vamos a timar a los turistas”. El camarero me ha llamado para pagar la cuenta, porque sabía que iba con el conductor, porque normalmente solo se dirigen a los hombres. Me ha pedido 250 rupias por mi té y el desayuno del conductor. Le he dicho si era una broma, que yo comía cada día por menos de la mitad. Entonces me ha dicho que si quería pagar solo el té eran 80 rupias. Cómo???? Un chai cuesta 5 rupias en la calle, ponle 10 rupias en un bar y 15 o 20 en un restaurante. Viendo mi no intención de pagar ha decidido cobrarle todo al conductor y ha pagado y ha pagado 80 rupias por todo, dos chai y el desayuno.
 

Al llegar a Agra el conductor ha decidido que necesitaba un guía y ha llamado a un amigo suyo. Hemos ido al Taj Mahal, donde la entrada para extranjeros es una exageración comparada con el precio para los locales. Hemos tomado un rickshaw en bici desde donde se compran las entradas hasta la entrada al recinto. Otra vez la extraña sensación de que te intentan vender la moto todo el rato, un montón de gente vendiendo cosas que nadie necesita, fotógrafos que te quieren sacar fotos para luego vendértelas… Estos fotógrafos llevan como un catálogo para que veas muestras de las fotos que hacen: cutres no, lo siguiente. Además si los ves les empiezan a pedir a la gente que haga poses, ellos se agachan como para tomar mejor el ángulo, empiezan a hacer gestos con las manos para indicar una mejor posición… pero si vierais el resultado… Mi teoría es que no voy a pagar por unas fotos horribles teniendo cámara y un guía que me puede sacar fotos, y si no hay guía hay miles de personas a mi alrededor que saben cómo sacar una foto.


 

Mis expectativas hacia el Taj Mahal eran demasiado altas. El edificio es precioso y por algo es declarado una de las siete maravillas, pero me esperaba tanto… Me esperaba alucinar y no ha sido así. El guía no ha ayudado mucho a disfrutar del edificio, parecía que tuviese prisa todo el rato. Casi no he podido mirar y disfrutar a mi aire, ni tomar fotos con calma. Aunque haya sido menos de lo esperado no significa  que no se tenga que visitar, al contrario, es visita obligatoria. Sólo que me esperaba un 12 y ha sido un 8.

 

Después a comer a un restaurante propuesto por el guía. La comida no estaba mal, un poco sosa. Si yo opino eso de la comida india, no sé cuál será la opinión de los indios. Y  con la cuenta llega el tercer intento de “vamos a timar a los turistas”. Eran 450 rupias y me dice que el servicio no está incluido, y pregunto cuanto es el servicio, y me responden que lo que quiera dejar de propina. Pues el camarero ha decidido que su propina era no devolverme el cambio de 500.

Después de comer el guía me ha llevado a lo que ha descrito como “taller para que veas como hacían las decoraciones de joyas del Taj Mahal”. A lo que en realidad era una tienda de artesanía y joyas indias para que gaste el dinero en cosas que no necesito. El de la tienda me ha tenido dando vueltas y enseñándome joyas e intentándome convencer.  No sé porqué intento ser amable en estos casos. Ese ha sido el cuarto!
 

Para acabar la visita hemos ido al Red Fort de Agra. Parecido al Red Fort de Delhi que ayer no pude visitar porque cerraban. Ha sido interesante ver la construcción y como se protegían de los enemigos con tantas barreras. Foso con cocodrilos, jungla con tigres, un primer muro, y un segundo muro con arqueros. La parte roja del fuerte era la “militar” y luego está la parte blanca que eran las residencias de la familia real. Tenían una buena vista del Taj Mahal desde sus ventanas.



 

Quinto intento de “vamos a timar a los turistas”, el precio del guía que nunca pedí. Me dice que le de lo que yo considere. Le di 300 rupias, por un guía con prisas y que no me deja tiempo para sacar fotos, y me dice que los precios de los guías oficiales son mucho más elevados. Al final le di 500 rupias para que se fuera de una vez.

Escribiendo esto estoy en el taxi de vuelta a Delhi para coger el avión. Me duele la espalda de tantas horas en el coche (van a ser 10 hoy), no me quiero imaginar lo que me va a doler cuando le sume las 16 horas de avión.

Tengo ganas de volver a casa por navidad y ver a todo el mundo y hablar con todos, pero a la vez tengo el sentimiento que no me quiero ir de India, aunque sepa que volveré en unos días. No puedo evitar pensar que en menos de tres meses tendré que volver a coger un avión para dar un adiós definitivo, y no estoy preparada para eso. Todavía no.

Mientras tanto: Felices Fiestas!

PD: Escrito en el camino de Agra a Delhi y publicado haciendo escala en Moscú a -23ºC (en el aeropuerto se está calentito).

 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Delhi


De camino a casa por navidad he decidido pasar por Delhi, así aprovecho que estoy en “modo avión” y engancho dos viajes seguidos.

Pedí un taxi para ir al aeropuerto, nunca esperes que sean puntuales. No solo eso. El conductor me llamó para ver si estaba lista, pero el tema es que él no estaba en mi casa, aunque al principio decía que si. Luego decía que llegaba en 5 minutos. La central de reservas que no te da ninguna solución a los problemas… Total, que el taxí llegó 45 minutos tarde, suerte que lo pedí con tiempo.
 

El aeropuerto de Bangalore es muy nuevo y pequeñito, así que todo es bastante fácil. El control de seguridad es diferente para hombre y mujeres y la proporción es de un control de mujeres por cada cinco controles de hombres. Será esa la proporción de género de gente que vuela? Si en un simple centro comercial o en el metro hay que enseñar la mochila y entrar en un vestidor para que te pasen un detector de metales, en el aeropuerto no puede ser menos. Solo que a las chicas les pasan el detector en un cubículo y los chicos delante de todo el mundo.

Ni tan solo en el aeropuerto se ve apenas gente extranjera, aunque también hay que decir que es un vuelo dentro de India. Dentro las típicas tiendas de aeropuerto con precios inflados. Comí algo para cenar y a volar.

Al llegar a Delhi mi conductor estaba esperándome con el típico cartel con mi nombre y el nombre del hotel. Después de la vergüenza fuimos de camino al hotel. El hotel es carillo por ser India, pero lo bueno es que tengo muchas más comodidades que en el resto de hoteles que he estado.
 

He tenido que cambiar mis planes porque quería visitar primero Agra y al día siguiente Delhi. Pero Agra está cerrado los viernes, aún no acabo de entender como puede estar “cerrada” pero bueno, el tema es que he visitado Delhi primero y mañana iré a Agra. Por solo 1.200 rupias (18 euros) he tenido un conductor privado que me ha llevado a todos los sitios interesantes de la ciudad y se ha esperado a que los visitara para ir al siguiente. La verdad es que vale la pena, no te cansas andando, lo ves todo mucho más rápido y por el camino disfrutas del paisaje de la ciudad y conoces muchas más cosas que si fueras andando o con transporte público.

Hemos empezado por Lakshmi Narayan Temple. No se podían hacer fotos dentro pero os lo puedo explicar. Es un templo abierto con varias salas y hay como pequeñas habitacioncitas con los ídolos. Son estatuas de entre 1 y 2 metros que recrean personas o animales y encima les ponen ropas de colores vivos y brillantes. En frente de cada ídolo después de pregar se pintan un bindi, el punto rojo entre las cejas. Frente a un ídolo una mujer me ha pintado un bindi a mi también.
 

Después he ido a India Gate, la puerta de India, y frente a ella el Rajpath donde esta toda la sede del gobierno.


 

Más tarde he ido al complejo de Humayun’s Tomb. Un montón de pequeños edificios, caminos y fuentes que llevan a la tumba. Un edificio inmenso para una tumba sin mucho encanto. La entrada para los indios es 10 rupias (15 céntimos) y para los extranjeros es 250 rupias (3 euros y medio), no es ninguna fortuna, pero la diferencia impresiona.



 

Después he visitado el Qutub Minar. Otras 250 rupias para extranjeros. Una columna inmensa y alrededor un montón de edificios anexos, porches, ruinas, caminos… La gran columna era accesible en el pasado hasta que alguien decidió saltar desde lo alto, así que ahora no se puede subir.


 

Ya iba siendo hora de comer pero el conductor me ha convencido para parar primero en el templo del Loto. Un edificio impresionante con nueve costados y rodeado de nueve piscinas. Es un templo para la meditación independientemente de a que religión pertenezcas. Una de las cosas que tiene viajar sola es que no tienes con quien hablar, pero hay gente muy maja con la que intercambias palabras durante el viaje. Aunque también te encuentras con gente muy pesada que se te acopla y que no pilla las indirectas de “no quiero hablar contigo”.

 

Para comer me ha llevado a un restaurante “pijillo” pero que estaba muy bien. El tema es que tienes que cruzar toda una tienda inmensa de ropa y artesanía india para llegar al restaurante, y por el camino no te paran de preguntar si quieres algo y no entienden porque no te interesa una estatua de una elefanta embarazada, una pipa de agua o un saree.

Después de comer fuimos al Red Fort pero eran casi las 5 y cerraban, pero lo he visto desde fuera, muy rojo como indica el nombre. Antes de ir al hotel le he pedido que me llevara a algún sitio de compras para echar un vistazo. Me ha dicho que me llevaría a un centro comercial, pero el tema es que era otra tienda gigante de cosas varias. He comprado algo pero el resto de dependientes no paraban de enseñarme más cosas y tampoco entendían porque no estaba interesada.

Delhi es diferente. Diferente de Bangalore, que es mi referente. El tráfico es más llevadero, hay muchas menos motos, las calles están bien asfaltadas, existen las rotondas y los semáforos, la ciudad está mucho más planificada, hay grandes espacios verdes. Me ha sorprendido la cantidad de turistas que hay por todas partes, aunque también tengo que decir que he ido a los sitios turísticos, y en comparación en Bangalore hay poco que ver.

Ahora a descansar que mañana toca Agra y el viaje de vuelta a casa por navidad.

 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Otro domingo de reflexión


Domingo otra vez, tiempo para pensar y necesidad de escribir. Hoy haré realidad la petición de un post en catalán.

Qui m’havia de dir que aquella nit de pluja d’estels de Sant Llorenç seria el principi de tot això. La meva primera pluja d’estels. Entre companyia, menjar i riures un únic estel creuant el cel i un únic desig: venir a la Índia. Que aquell projecte que s’estava gestant tirés endavant, que aquell somni es convertís en realitat.

I aquí estem, ja fa una mica més de dos mesos. Costa tant imaginar-se com serà que és impossible acertar. Per una banda, és més dur del que em pensava, però per l’altra no m’imaginava ni de bon tros tot el que estic gaudint. No m’imaginava que em sentiria com a casa gairebé des del primer dia. Ens pensem que ens coneixem millor que ningú, però m’estic sorprenent tant a mi mateixa que m’estic redescobrint.

No hi ha sensació més gratificant que sorprendre’t pensant, rient, parlant, gaudint amb coses que mai hauries imaginat, notar que t’enriqueixes de cada moment que passa, treure forces d’on creies que no en tenies, no parar mai d’apendre, notar que hi ha intercanvi en cada experiència que vius, tu aportes però t’endús molt més.

No m’enyoro de ningú ni de res, però és perquè se que tornaré aviat. Però ja estic notant que m’enyoraré tant de tots i de tot quan torni... Quan saps que això acabarà intentes viure-ho tot al màxim, gaudir de cada moment com si fos l’últim i vull intentar mantenir aquesta mentalitat quan torni. Veure com la gent amb la que comparteixes moments marxa et fa recordar que en algun moment et tocarà a tu, i encara que quedi molt de temps se que tornar serà molt dur.

M’estic trobant amb gent que ho dona tot, que comparteix tot el que té. No només a nivell material, també a nivell personal, feina, coneixements, experiències, ajuda... És una generositat contagiosa, et donen ganes d’aportat tot el que puguis.

Ens anem trobant gent al llarg del temps i ens anem separant, mai sabrem si ens tornarem a veure. Encara que estiguem lluny quan mirem al cel veiem els mateixos estels i mai se sap quan passarà el proper estel fugaç.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Udupi, un trocito de paz


Hace ya muchos días que no escribo. El trabajo me tiene ocupada demasiadas horas, estuve unos días enferma, y el poco tiempo que he tenido lo he ocupado en miles de cosas pendientes. Después de unos días muy duros en el trabajo decidí hacer una pequeña escapada de relax a Udupi con la compañera de piso.



Nos tocaba trabajar el fin de semana así que nos montamos nuestro propio fin de semana entre semana. Nos fuimos el martes por la noche y cogimos un autobús con camas. Diez horas más tarde amanecimos en Udupi, en la costa oeste de India.

 

En vez de hospedarnos en la pequeña ciudad decidimos ir directamente a la playa y buscar algo por allí. En la playa hay poca cosa, un hotel, un par de hostales, un par de restaurantes y tiendecitas de pescado, pero no necesitábamos más.


Regateamos el precio de la habitación hasta que nos pareció aceptable. Muy grande y espaciosa, pero sin agua caliente, sin aire acondicionado y con hormigas y mosquitos por todas partes. Pero a dos pasos teníamos la playa. El hotel también tenía piscina, deportes y cosas varias, pero preferimos disfrutar de lo de fuera.

 

Después de dejar las maletas: a la playa! Andamos un poco para apartarnos de la poca gente que había, ya que queríamos tomar el sol, pero la gente va vestida a la playa y se baña vestida. Para no llamar mucho la atención preferimos apartarnos.

Durante la mañana hubo sol, playa y una excursión en moto de agua que disfrutamos mucho. Después de regatear mucho seguimos pensando que pagamos mucho más que cualquier indio.

 

Comimos en el restaurante y probamos el mejor Paneer Pakoda que jamás encontraremos. Cada vez que fuimos al restaurante pedíamos una o dos raciones.
 
Por la tarde mini excursión en dromedario y después fuimos a la ciudad a visitar el templo. En la playa nos encontramos a un jubilado mochilero que se nos unió en la visita.

 

Dentro del templo había una representación de teatro por niños explicando las historias y leyendas de los dioses indios. Muy entretenido y bien hecho, lástima que no se podían hacer fotos.

 

Cuando anocheció hicieron una ceremonia en el templo, en una zona exterior con agua, un barco y muchas velas y luces. Luego salieron a la calle y dos monjes se subieron a una carroza gigante para dar una vuelta a la plaza. No entendimos muy bien de que iba la ceremonia, pero disfrutamos de la experiencia.


 

Al día siguiente, después de desayunar otra vez Paneer Pakoda fuimos a St Mary Island. Una islita de rocas y calas que se ve desde la orilla. Cogimos un barco en la orilla y en unos minutos llegamos a unas hermosas playas, un pequeño paraíso.




 

Nos hubiese gustado pasar más tiempo allí pero el barco solo te espera una hora. No tienen la idea de pasar horas tomando el sol o bañándote en la playa, prefieren la playa grande donde hay olas y luego resguardarse del sol.
 

Es muy curioso ver como se meten en el agua con la ropa, sobretodo las mujeres, con el saree. Antes de volver a casa quisimos dar un último baño, per mientras tomábamos el sol para coger un poco de calor vino un chico a pedirnos una foto y después de ese vinieron como 30 más. Por mucho que dijéramos que era la última no paraban de pedir más y más fotos, nos rodeaban y no podíamos salir de la muchedumbre. Finalmente pudimos escapar y decidimos ir más lejos a bañarnos.


 

Fuimos al hotel a darnos una ducha por la tarde, ya que por la mañana estuvimos regateando otra vez para un check out por la tarde, y luego de vuelta a casa en otro autobús nocturno. Llegamos al amanecer listas para volver a la rutina después de dos días de desconexión: sin ordenadores, sin móvil y sin reloj… que falta me hacía!